viernes, 9 de octubre de 2009

LA MIRADA VERDE

ESTRELLA 2 DE OCTUBRE DE 2009.
La mirada verde
VÍCTOR ATENCIO G.*


Escuché una leyenda indígena. La historia de Niatá y Ssoná. Niatá, joven dedicada al culto de la Madre Tierra, hablaba con los espíritus; y tenía una sonrisa bella y una verde (sus ojos eran guardianes del poder de la naturaleza) y triste mirada.
Ello obedecía al amor oculto que sostenía con Ssoná, humilde chamán, de corazón limpio, quien adoraba en silencio a la tierna doncella.Niatá era hija del poderoso cacique, Casbo; y fue prometida por él a un jefe extranjero, para consolidar su alianza y sus riquezas.
Al enterarse Ssoná, se sentó en humilde expectativa fuera del palacio de Casbo, a la espera de poder manifestar su amor por Niatá. Así un Casbo colérico, lo sacó del lugar, matándolo.
Niatá, corrió a evitarlo, pero solo encontró el cuerpo exánime de Ssoná. Presa del dolor, miró al Cielo suplicando apoyo. Oró a la Madre Tierra pidiendo se lo devolviese. Sus lágrimas cubrieron de verde el cuerpo amado; pues en desesperado intento, entregó la esencia de la vida oculta en su mirada, esperando ganarle la partida a la muerte. Pero el destino le reclamó también, su último aliento.
Los dioses al conocer los hechos, impidieron el designio de la muerte, eternizando a los amantes. Ella fue convertida en la Luna, y él en el verde océano.
Así durante eones la Luna, con sus decolorados ojos blancos, sale por las noches a dirigirle guiños a su amante oceánico, dejando caer su brillante cabellera plateada, rozando su rostro.El mar, frío por dentro, por la falta de su amada, de cuando en cuando, instigado por las caricias de la Luna, se agita, y tiende sus brazos, en viril afán de abrazarla. Pero sale sonriendo la muerte, su obra no es vana, porque ese abrazo nunca se consuma.
La leyenda explica el surgimiento de la Luna, el Mar, las mareas oceánicas, y da características del amor. Desde que la escuché no los he visto igual. Marcó mi manera de entender el mundo. Al igual que la marcó presenciar, en medio de sonido y furia; el desalojo de los Nasos en Catedral.
En mí resuenan paralelismos entre la leyenda, la lucha del pueblo Naso por sus derechos territoriales, y éste desalojo. Creo que al Gobierno le falta la mirada verde, para adelantar una adecuada agenda en materia de desarrollo y ambiente, y comprender los derechos humanos diferenciados en función de grupo, que amparan a los pueblos indígenas, dadas sus desventajas con respecto del resto de la población, producto de 500 años de vejámenes infligidos; derechos que reconocen la relación entre los indígenas, su cultura, sus territorios y la naturaleza.
Así está establecido en la legislación internacional (arts. 7, 10 y 26 “Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, y art. XVIII del Proyecto de Declaración Americana sobre Derechos de los Pueblos Indígenas), en decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Informe sobre la situación de los derechos humanos de las personas y Pueblos Indígenas en las Américas 1996-1999, o el caso de las Hermanas Marie and Carrie Dann), y en sentencias de la Corte Interamericana (ejemplo Awas Tigni y Yayke Axa).
Eso lo sabe el señor presidente. Su discurso en la ONU recalcó la grandeza de las culturas indígenas, el orgullo por nuestras libertades, nuestra tradición de paz, la igualdad de los hijos de Bolívar, con sangre indígena, blanca, afro, la capacidad de conciliación de las sociedades, el poder de la palabra, la comunicación como conductor de muchas cosas incluyendo la política, la mezcla de razas, el diálogo, tolerancia, el valor de nuestra gente, a nuestro multiétnico pueblo; y reconoció la protección que las comarcas han brindado a los pueblos indígenas en contra del “ maltrato natural y la asimilación cultural ”.
Lamentablemente el mismo día se da al traste con el discurso, desalojando arbitrariamente a los Nasos, afectando sus derechos de reunión y libertad de expresión.
Es importante que el Gobierno Nacional tenga la voluntad política de entender la justicia de las reivindicaciones territoriales de los Nasos, e implemente políticas adecuadas que permitan la supervivencia cultural de este pueblo originario.
Que se concrete el anhelo de los pueblos indígenas de justicia poética. Que no culmine en tragedia, como el amor de Niatá y Ssoná; y que sus reivindicaciones no sean como el deseo imposible de estos dos amantes, que terminaron convertidos en el Mar y la Luna, sin posibilidad de volver a encontrarse, por designios de lucro, poder y muerte.

Activista de derechos humanos.

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